En la novela gráfica visionario, José Miguel González casanova experimenta la relación del dibujo como base de una escritura, a partir de cada unidad espacial dentro de una secuencia temporal. Proyecciones del tiempo del texto en el espacio, del papel y del espacio de las formas del dibujo en el orden temporal y en las ideas.



La narrativa se puede dividir en tres partes iguales. La primera, de estructura más espacial, comienza con una hipnosis que adentra al lector en el sueño colectivo, trata del contexto social, de los círculos cerrados de identidad que forman un límite y distancia del yo con los otros, de las diferencias y de la incomunicación, y termina con el surgimiento del personaje visionario a partir de su exilio. La segunda parte, más temporal, es un viaje iniciático de este personaje a lo largo de un recorrido en el que intuye diversas temporalidades, toma forma animal, navega devorado por la ballena de la historia presente, camina en el bosque del lenguaje, conoce el inframundo del inconsciente y recorre un mapa orográfico de los sentimientos hasta que encuentra la llave de la felicidad. La tercera parte dialoga y concluye estructural y narrativamente las primeras, consiste en la disolución del ego del personaje en una experiencia cósmica y su retorno como visionario a la sociedad, donde muestra una serie de propuestas de identidad abierta y de multiplicación de la comunicación, para terminar en la utopía. La historia concluye con la imagen de la gente volando, que es el principal deseo fantástico de los habitantes de la ciudad de México (según la encuesta a 1 000 habitantes realizada por el autor en su proyecto banco intersubjetivo de deseos).