El proceso histórico de acumulación ha llevado a las empresas trasnacionales, poderosos consorcios financiero s, industriales, comerciales o de servicios, a desplazarse hacia los más diversos campos.

Sobre todo a partir de las últimas tres décadas del siglo XX, con el impulso de la competencia por el control de las ganancias, así como por los avances de la revolución científico -técnica y el desarrollo tecnológico, modifican sistemáticamente su forma de organización y funcionamiento, lo que influye decisivamente en la reestructuración del capital, la producción y el trabajo en el mundo: las 500 más grandes representan 42%, del PIB mundial.

Concentran en los países centrales la información y el conocimiento, así como las fases avanzadas y de con t rol de sus cadenas mundiales de producción, ya que desconcentran selectivamente hacia ciertos países subdesarrollados las fases de manufactura y ensamble. Sus filiales, subsidiarias y proveedoras integradas en red, coordinadas centralmente y distribuidas en diverso s países y regiones, componen su cadena internacional de producción que contribuye tanto a fortalecer una nueva división internacional de la producción y el trabajo como a modificar el mapa socioeconómico de los países donde se instalan.

El avance en las nuevas técnicas de organización y gestión, así como la utilización de nuevas tecnologías ahorradoras de mano de obra, se convierten en una de las principales armas con que cuenta n para reducir costos, aumentar su productividad y programar y racionalizar su producción, lo cual repercute en la nueva organización sociotécnica del trabajo y en su contenido.