De las últimas décadas del siglo XX hemos visto como el panorama de la literatura latinoamericana se ha poblado con la presencia abundante de las novelas históricas. La preocupación por el pasado (el problema de la forma en que los países latinoamericanos constituyeron, la cuestión de los orígenes indígena y español, de la dependencia y el mestizaje, de la construcción de la nación) ha sido una constante en la tradición literaria latinoamericana. Sorprende, sin embargo, este regreso a un género que percibimos ligado al siglo XIX y al romanticismo o al realismo.